Profesionales de Enfermería y Fisioterapia del Hospital Universitario Virgen del Rocío han ideado un plan de ejercicio físico para que el paciente que se someta a un trasplante de riñón pueda volver de manera satisfactoria y cuanto antes a su actividad física habitual. Además, han creado un programa educativo para la adquisición y mantenimiento de este hábito, dirigido a personas que nunca han practicado deporte y quieren iniciarlo de manera controlada tras pasar por el quirófano.

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El trabajo, desarrollado durante más de un año, ha demostrado que la actividad física es un instrumento de mejora en la recuperación del paciente trasplantado de riñón, ya que reduce la morbimortalidad y previene los riesgos cardiovasculares (obesidad, hipertensión, dislipemias y diabetes). Incluso, aporta beneficios psicológicos y sociales, mejora el sueño, la autoestima, y puede acelerar el alta médica.

Para elaborar las pautas, los sanitarios han efectuado, por un lado, una búsqueda bibliográfica de indicadores que facilitan la recuperación postquirúrgica, la forma física, y han analizado protocolos editados por sociedades científicas. Además, han sumado la experiencia de enfermeras de más de 15 años en el campo del trasplante renal y de fisioterapeutas especializados en indicar y seleccionar las actividades más efectivas.

Por otro lado, también han tenido en cuenta las manifestaciones de los pacientes con respecto al proceso quirúrgico (el dolor que expresan, sus heridas…), su enfermedad (si derivan en otros procesos patológicos), y su nivel de sedentarismo, motivación, ansiedad y conocimientos.

Con todo ello, han diseñado un cronograma del plan de ejercicio aeróbico y anaeróbico, tanto de carácter activo como pasivo para realizar en la cama de hospitalización, y unas recomendaciones generales que se van a plasmar en pictogramas y recomendaciones para que los pacientes tengan una guía fácil y clara que seguir durante su ingreso y al alta al domicilio.

Este programa de ejercicios estandarizados consta de un calentamiento inicial, fase de actividad y una vuelta a la calma con ejercicios de movilidad articular y estiramientos musculares. La sobrecarga sobre la zona abdominal donde está la herida quirúrgica se preserva con una faja de sujeción durante toda la sesión, que se ajusta al tiempo, a la forma física de cada paciente y al nivel de movilidad permitido en cada etapa del proceso postquirúrgico, hasta conseguir la mayor funcionalidad e independencia para las actividades de la vida diaria.

Las sesiones se completan con pautas de educación sobre la importancia del ejercicio físico, mediante motivación, refuerzos y evaluación del conocimiento, con idea de mantener el hábito del ejercicio como pilar básico de su tratamiento que aporta beneficios físicos, psicológicos y sociales demostrados.

El fomento del ejercicio es una intervención enfermera incluida en el plan de cuidados durante el proceso postquirúrgico hospitalario para prevenir complicaciones (la disfunción neurovascular, por ejemplo) y tratar el deterioro de la movilidad física.

El trabajo, en el que han participado cinco profesionales de la Unidad de Nefro Urología del Hospital Virgen del Rocío, ha recibido un premio en el 40 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica y la felicitación del Colegio de Enfermería de Sevilla.

Fuente: Servicio Andaluz de Salud.

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